Es muy sencillo leer el cuadro. Digamos que en Dinamarca la diferencia de ingresos entre dos padres, de distintas clases sociales, es de 100. Muy bien. En la próxima generación, entonces, la diferencia será sólo de 15. O sea, su 0.15 significa que, en una generación, se habrá reducido la desigualdad en un 85%. Es decir, existen hartas posibilidades de que dejes de ser pobre si naces pobre.
Pues bien. En el Perú, país que lidera la tabla, el coeficiente es de 0.67. Es decir, las posibilidades de que dejes de ser pobre si naces pobre son sólo del 33%. Estamos por encima (más bien, por debajo) de países notoriamente desiguales como China o Brasil.
Es cierto que se trata sólo de la comparación de 22 países y que los datos son del 2011, pero, vamos, por definición, una tara así no va a solucionarse en algunos años. Las cifras no deben haber cambiado mucho en estos años. Este es un problema, literalmente, intergeneracional