'Un millón de firmas' para atarantar al Congreso

Esta mañana, el fujimorista evangélico Julio Rosas sorprendió con una conferencia de prensa en la que se presentó "un millón de firmas" en contra del proyecto de Unión Civil No Matrimonial para personas del mismo sexo. La iniciativa ya se encuentra en la Comisión de Justicia lista para ser debatida, a más tardar, a fines de mayo.
Prácticamente todas las encuestas realizadas desde que el proyecto fue presentado por Carlos Bruce, arrojan que la mayoría de peruanos se opone a la posibilidad de que los integrantes de una pareja homosexual sean reconocidos como parientes de primer grado. Las marchas multitudinarias que se organizan 'en defensa de la familia' hablan de un número mayor de personas no dispuestas a que se reconozca legalmente a ningún otro tipo de familia que no esté conformada por un padre, una madre y sus hijos.
Shows como el de hoy en el hemiciclo no hacen sino evidenciar la homofobia latente de una de las sociedades más conservadoras del continente americano. Sí, la HOMOFOBIA, porque lo que Rosas, Martha Chávez, y colectivos como Parejas Reales quieren vender como 'defensa de la familia', no es más que un disfraz de la repulsión que les genera el que dos personas del mismo sexo sientan atracción entre sí. "Dicen que no pensar como ellos es homofobia", sostienen. Entonces, ¿cuál es la gran primicia? ¿Cuál es el triunfo que pretende restregar Rosas? Lo que aún parece no entender el congresista es que no se trata de una cuestión de mayorías, sino de una cuestión de derechos. No se trata de 'legislar en base a sentimientos', sino a la libertad que todos los ciudadanos deben gozar, sin excepción, de elegir con quien desean compartir su vida (y sus bienes). 
Homofobia es sabotear el reconocimiento de derechos hacia personas que no están haciendo mayor daño que el emparejarse. Homofobia es pretender presionar al presidente de una comisión congresal apelando a la denigración de los homosexuales, al presentar su identidad sexual como un"atentado contra la salud moral, la formación y protección de nuestros niños que no deben ser expuestos a prácticas antinaturales que afectan las buenas costumbres y cultura de nuestra Nación", haciendo énfasis en el hecho de que el Perú es signatario de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.
Solo por citar los ejemplos más cercanos, Brasil, Argentina y Uruguay permiten los matrimonios entre homosexuales y también forman parte de dicha convención. ¿Alguien ha vaticinado un apocalipsis contra la infancia de esos países por ello? No, al contrario, cuentan desde ya con la semilla de una sociedad más tolerante e inclusiva alejada de los prejuicios que aquí insistimos en abrazar.
En la conferencia, un pastor evangélico señaló que la iniciativa responde a "una juventud que no quiere un país corrupto, con leyes que vayan en contra de los principios bíblicos, cristianos que rigen la reserva moral de nuestro país", pidiendo además que "no se excluya a Dios en esto, porque tiene mucho que ver".
En esto deberían manifestarse enérgicamente en contra todos los poderes de un Estado reconocido como laico. Mucho más disparatado que pretender que 'se legisle en base a sentimientos' es pretender que se legisle de acuerdo a una fe que nadie está obligado a profesar, pero que se convierte en el principio bajo el que una horda de fanáticos pretende manejar a los sectores más influenciables de la sociedad.
¿Alguien le ha preguntado a los firmantes si tienen alguna otra razón para oponerse a la Unión Civil que no sea aquella de que 'dios nos ha hecho hombre y mujer'? ¿Cuántos de los que dicen que es antinatural son capaces de sustentar y definir el concepto de 'naturaleza'? O lo qué es peor, ¿cuántos de ese millón se han tomado el trabajo de leer el proyecto?

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