‘Permítame criticar a esta izquierda de cafetín, si quieren ustedes llamarla izquierda deslactosada, evidentemente hay grupos que se oponen, dice desde la más izquierda del proceso. Quiénes son?.-es una izquierda perfumada que observa el fragor de los procesos desde un balcón, de un café o desde la televisión, o desde un café, es una izquierda bien remunerada, es una izquierda que se horroriza del lenguaje guerrero, le incomoda el estruendo de la batalla y el desorden de una democracia de barricada, es una izquierda que degusta su café descafeinado, que critica a los gobiernos progresistas que no han construido en una semana el comunismo, que aprovechando de su fitness matinal nos critican de que no hayamos acabado de una buena vez con el mercado mundial, y en seminarios donde rinden cuenta de sus financiamientos externos que garantizan su buena vida, denuncian a los gobiernos progresistas por no haber instaurado instantáneamente y por decreto el buen vivir.
A estos caballeros, a estas señoritas, la verdadera y desbordante lucha de clases plebeya indígena les resulta incomprensible, la única revolución que conocen es la que vieron resumida en history channel, y por ello la multiforme a veces desorganizada lucha plebeya real por el poder les resulta totalitaria, tiránica, autoritaria, son pues los radicales de palabra y timoratos de espíritu, son los arrepentidos cómplices del pasado neoliberal, devenidos de manera sorpresiva hoy en ultra radicales profetas del inminente fracaso de los procesos revolucionarios, portadores de teorías deslactosadas no tienen ninguna medida concreta, ninguna sola propuesta practica enraizada en el movimiento social que pueda hacer avanzar los procesos revolucionarios, son por tanto los mediocres corifeos internos de la nueva ofensiva imperial que buscan desestabilizar los procesos y gobiernos progresistas, su seudo radicalismo abstracto e inoperante no apuntala ninguna movilización ni refuerza la acción colectiva los sectores populares obreros o indígenas, eso si su discurso aglutina el conservadurismo y el racismo de sectores acomodados que bajo el camuflaje de un discurso sedudo izquierdista o seudo ambientalista buscan desprestigiar los procesos revolucionarios, al no impulsar la movilización autónomas de las clases subalternas, ni ser alternativa de poder real, estos seudo radicales trabajan para los restauradores del neoliberalismo. Son los ideólogos del fin del relato del progresismo latinoamericano’.
